domingo, 13 de septiembre de 2015

CAPÍTULO DOCE

Esa noche apenas puedo comprobar la lista de resultados. En cuanto entro en la habitación, un oleada de gritos, risas y conversaciones me asalta.
Los iniciados osados aún me recuerdan. No solo como la primera saltadora, sino como la chica que se colgó del tren y consiguió salvar su vida por los pelos antes de llegar al complejo de Osadía. Willa y Sheyla son las primeras en llegar a mí, eufóricas, y felicitarme por mi primer puesto. Intento buscar entre tantos cuerpos vestidos de negro la lista de los osados, para saber si he de felicitarlas también o no, pero no lo consigo. Otros dos chicos, Garret y Tony, también se acercan para saludarme. Garret es castaño, con la piel morena, cejas gruesas y un cuerpo demasiado tonificado. Tiene una sonrisa deslumbrante que me recuerda a la del rubio de ojos azules. Tony, por otro lado, es pelirrojo y pálido, muy alegre, con el pelo rapado por los lados. Es muy delgado, salvo por los bíceps que se marcan en su ajustada camiseta negra.
Otros iniciados, sin embargo, no se molestan en acercarse, como es el caso de Estella y el chico que nunca se separa de ella, Brand. Ambos me observan desde el otro lado de la habitación con una mirada que podría cortar un cristal. Además de ellos hay otro chico que tampoco se acerca. Es el más fornido de todos, moreno y de piel pálida. Se dedica a hacer unas cuantas flexiones momentos antes de irse dormir en una de las litera más solitarias.
-¿Quién es ese? - pregunto a Tony y Garret.
-Es Lark. - responde Garret - Es osado de pies a cabeza, y ansía serlo hasta el punto de no relacionarse con nadie.
-Ya sabes. Cuantos menos amigos, menos debilidades – comenta Tony, y asiento. En un principio, esa siempre ha sido mi filosofía.
-Se centra solo y para las pruebas. Ha sido el primero de nuestra calificación. En la pelea del desempate le dio una buena paliza a Dareon.
-¿Queréis no contarle cosas mía?
-Hablando del diablo – respondo con sorna. Dareon acaba de entrar en el dormitorio, con una extrañamente callada Chloe justo detrás. - De tercero a segundo, ¿eh? - le doy unas palmaditas en la espalda, más fuertes de lo necesario - No pierdas la esperanza. Algún día llegarás al primer puesto.
-Lo sé – la sonrisa de Dareon se ensancha con malicia – En cuanto te derrote.
-Como he dicho, no pierdas la esperanza – esta vez, mi tono alcanza los límites de la ironía.
-¡Aquí hay demasiada tensión sexual! - Willa aparece justo detrás de mí, cogiéndome por la cintura y alzándome un par de palmos del suelo – Perdona que te lo diga pero... Ahora tienes muchos más impedimentos para llegar a lo alto, primera saltadora.
-Incluso aquellos que en un momento no lo fueron, ahora podrían ser un difícil obstáculo que superar – Tony señala un chico a un par de literas de distancia. Es Julian, que ha convencido a Morgan para hacer abdominales junto a él.
Me cruzo de brazos llena de curiosidad. Al parecer, el hecho de que su mejor amigo sea expulsado de Osadía ha conducido al iniciado a una tristeza absoluta. Y ahora, Julian, como habría hecho cualquier cordial, trata de subirle la moral a base de acciones osadas. No puedo evitar sonreír con satisfacción.
-Eso lo hará más divertido.
Apenas han sido un par de horas, pero tener aquí a los iniciados hace que el ánimo se me dispare. Me hace feliz. Me hace ser parte de ellos, como siempre he querido. Es tal y como siempre soñé que sería mi iniciación: llena de voces y alegría.
Llena de adrenalina.
Gracias a ellos, consigo olvidarme durante un tiempo de mis problemas, de Pec, de Stan, de Bruce, de Royce e incluso de mi hermana.
Pero todo se desvanece cuando el sueño y el cansancio del día me golpea. Todos están decididos a acostarse ya y, cuando cruzo mi mirada con la de Chloe, ésta la esquiva con el ceño fruncido.
-¿Ocurre algo? - pregunto, intentando que nos escuchen el menor número de personas posibles, lo cual es difícil.
-No – responde con sequedad – Tal vez deberías disculparte ante Royce mañana. Ha llegado tarde de la enfermería, pero no te has dado cuenta. - y posteriormente añade, en un tono mucho más bajo - No deberías haber hecho eso hoy.
-¿A qué viene esto ahora, Chloe? - pregunto alterada.
-¡A nada! Sólo quiero que te des cuenta de las cosas. Puede que lo que para ti parezca muy importante, en realidad no lo sea. Puede que estés pasando por alto todo lo que sí es importante.
-Estoy demasiada cansada de tus charlas filosóficas – respondo, impulsándome con fuerza para subir a mi litera.
-Y yo estoy demasiado cansada de tus imprudencias.

Giro sobre mí misma y me hago un ovillo cuando una voz extraña intenta sacarme de la espesura de mi profundo y calmado sueño. Todo el estrés que he acumulado y esta repentina liberación me han dejado exhausta.
-¡Ey, dormilona! Te vas a quedar sin bocadillos de jamón para desayunar.
Instintivamente, alargo el brazo derecho hacia la voz y golpeo con fuerza el origen de su procedencia. Escucho un quejido de dolor y las sábanas que me cubren desaparecen en seguida.
-Voy a matarte, Julian. Deja de joderme. – susurro, estirándome.
-Si no hago esto, me matarás igualmente por no despertarte. ¡Mueve ese culo ahora!
Me incorporo y dejo mis piernas colgando sobre la cama mientras mis ojos intentan adaptarse a la luz.
-¿A qué viene ese humor?
-Estoy feliz por haber logrado pasar una etapa importante de la iniciación. Y estoy feliz de que tú hayas conseguido tu objetivo también. - lo miro intentando descubrir qué es lo que se esconde tras esa cálida y dulce sonrisa, pero no hay nada detrás. Julian es un chico simple, sin intenciones ocultas. Es eso lo que lo hace tan similar a Chloe, lo que le convierte en un osado con corazón cordial y fácil de tratar.
-¿Y el resto?
-Desayunando. ¡Vamos, Eleanor! Me muero de hambre, y Pec iba a hacer un anuncio en el desayuno. Seguro que ya nos lo hemos perdido.
-¿Y por qué rayos no me ha despertado la estúpida de mi hermana?
Me visto a toda prisa y acabo siguiendo a Julian por los pasillos de Osadía al mismo tiempo que intento atarme las botas de cuero. Ya debe de ser pasado medio día y todo el mundo hace horas que se levantó. Todos salvo yo, demasiado exhausta, y Julian, demasiado dormilón.
-¡Maldición! No quedan bollos rellenos de chocolate. - Julian estampa una mano sobre la bandeja de acero. Inconscientemente, hace un gesto con la boca que me recuerda a mi hermana cuando tenía cuatro años y le escondía los libros de ciencias en lo alto de mi cama.
-Pronto será hora de cenar. ¿No crees que deberías tomar algo más ligero?
-¿Bebida energética? - pregunta, cogiendo un bote con un líquido azul. - Esto tiene que ser invención de vosotros los eruditos.
-No me metas en ese grupo. Gracias. - le cojo el líquido de las manos y Julian se encoge de hombros, agarrando otro y siguiéndome entre las mesas.
Aunque nos hemos despertado tarde, el resto de iniciados tampoco han sido muy madrugadores. Un grupo de ellos, entre los que se encuentra mi hermana, está charlado animadamente en una de las mesas del comedor, con las bandejas vacías.
-Buenos días, bella durmiente. -saluda Tony.
-Y príncipe. – Garret le da un codazo a Julian cando éste se sienta a su lado.
-Gracias por despertarme – le digo con ironía a mi hermana, y la sonrisa que le dedica a Dareon se esfuma cuando nuestros ojos se encuentran. - ¿Y bien? ¿Qué ha dicho Pec?
-Ha dicho que aquellos que estabais haciendo el vago podíais hacerlo en territorio abandonado.
-¿Qué?
-No le hagas caso, Julian. Tiene un sentido pésimo del humor – fulmino a Dareon con la mirada mientras le doy un trago a la bebida. Su sonrisa se ensancha y sus ojos me atraviesan la piel.
-Al parecer este año están probando cosas nuevas con los iniciados. - comienza a contar Tony desde el otro lado de la mesa – A partir de ahora, el entrenamiento consistirá en luchas entre trasladados y osados, y ha dado a entender que no siempre serán individuales.
-¿Qué quiere decir eso? - pregunta Julian.
-¿Qué más da? En la iniciación de Osadía tienes que estar preparado para cualquier cosa – Willa le guiña el ojo a Julian, quien frunce el ceño y me mira gritando auxilio.
-Y por la noche se llevarán a cabo patrullas por parejas. Quieren prepararos para el trabajo en el que seguramente acabéis más de la mitad. - Dareon no ha apartado la mirada de mí en ningún segundo.
-¿Qué pasa? ¿Tú eres tan penoso que ni siquiera acabarás la iniciación?
-No. Yo demasiado osado como para pasar el resto de mi vida patrullando. Yo entrenaré al resto de iniciados.
-Suerte con ello. Te veré desde lo alto. - le respondo con malicia.
-Estos dos van a acabar muy mal – le susurra Sheyla a Willa por lo bajo, junto a mí, y mi sonrisa se ensancha ante el comentario.
Ahora que soy consciente de poder superar esta iniciación, sólo estamos Dareon y yo. El rubio parece saber lo que pienso, y asiente con la cabeza, riendo.
-Esto va a ser divertido.
-Tú esta noche te libras de patrullar, pequeño osado. - Garret pasa el brazo por encima de los hombros de Julian – A la gemela malvada, sin embargo, le toca con el amigo de aquí al lado – Tony, el pelirrojo, a su lado, me dedica un saludo militar, llevándose la mano derecha a la frente.
-Pensaba que era la gemela borde y desagradecida. - comenta Dareon por lo bajo.
-Le va mejor el de malvada después de lo que le hizo a Bruce – aclara su amigo.
-¿Y con quién va la gemela buena? - pregunto con la voz cargada de diversión, satisfecha de mi apodo.
-Tu hermana pasará una increíble noche conmigo como guía por el complejo de Osadía – responde Willa, y estira el brazo para que mi hermana choque los cinco con ella.
-Yo me acordaré de vosotros mientras duermo profundamente. - Dareon se pone en pie, y la mayoría lo sigue enseguida.
-¿Has hablado con él? - pregunta mi hermana, quien sorprendentemente se ha quedado.
-¿Con quién? - la miro interrogante, y la mirada de rencor que me dedica aclara todas mis dudas - ¡Ah, Royce! No lo he visto.
-Tal vez esté en el hospital para alguna revisión.
-O en la sala de entrenamientos – comenta Julian a mi lado, y ambas lo miramos. - Me dijo anoche que quería ser aún más fuerte.
-Será estúpido – respondo poniéndome de pie. - Si tanto empeño tienes en que hable con él, hablaré. Pero no te prometo que alguno de los dos acabe mal parado.
El Pozo está lleno de adultos e iniciados que han salido para disfrutar del tiempo libre que tienen antes de la comida. Los pasillos que me conducen hacia la sala de entrenamientos, por el contrario, están silenciosos y desiertos. Sin embargo, conforme me voy acercando al lugar, escucho ruidos de golpes y quejidos. Asomo la cabeza un poco para conocer a qué tendré que enfrentarme una vez ponga un pie en esa sala.
Royce ha cogido uno de los sacos de boxeos, al que le está dando una buena paliza. SU frente brilla por el sudor, pero no se detiene ni para tomar aire. Va vestido con una camiseta de tirantes anchos y una sudadera remangada y con la cremallera abierta. Los pantalones cortos permiten ver cuando flexiona los gemelos para sumir al saco en otro poderoso golpe. Suelto todo el aire de los pulmones antes de entrar en la sala.
-¿Chloe? - pregunta al verme entrar, pero no tarda en percatarse de quién soy realmente, y aparta la mirada para volver a centrarse en el saco – Vete.
-No eres nadie para decirme que me vaya. Vengo a entrenar. - intento no fijarme en sus nudillos, de los que sale el líquido carmesí que aparece en mis pesadillas.
-Tan solo has venido a molestarme. Si no sales por tu cuenta...
-¿Me obligarás tú? ¿Cómo? Si ni siquiera eres capaz de luchar contra mí.
-¡He dicho que te vayas!
Guardo silencio unos segundos, mientras su voz aún resuena en mis oídos. Sus ojos oscuros se clavan en los míos, desafiantes. Espero y espero, hasta que él acaba rindiéndose y vuelve a concentrarse en el saco, ignorando mi presencia.
-¿Por qué entrenas? Ya eres lo suficientemente fuerte. - me aventuro a avanzar un poco más hacia él. El sonido de los golpes que el saco está recibiendo resuenas secos en las paredes de la gran y solitaria sala.
-Los osados lo son aún más. - en esto tiene razón, pero él es mucho más fuerte que ninguno de ellos, salvo, tal vez, de Lark. Al fin y al cabo, logró tumbar a Stan para salvarme.
-No son los brazos lo que tienes que entrenar.
-No estoy entrenando. - responde finalmente cortante, dejando el lado de saco y mirándome de arriba a abajo.
-¿Entonces?
-Descargo mi ira. - tal vez haya funcionado, o al menos ya no me mira de la misma forma que me miró ayer en los túneles. Ya no me observa como si fuese un monstruo.
-Eso solo conseguirá que no sientas nada en el combate. No tendrás motivación. ¿Para qué, pues...?
-¡Porque no puedo golpearte a ti!
Sus ojos se entrecierran, incapaz de creer que su boca haya dejado escapar tales palabras. Sin embargo, yo no muevo ningún músculo, relajada, y esperando cualquier movimiento. Sus palabras no han tenido ningún efecto sobre mí. Soy perfectamente consciente de por qué se comporta conmigo así, por qué es incapaz de ponerme un dedo encima.
-¿Desde cuándo? - pregunto sin emoción alguna.
-Desde el primer momento en el que te vi defender a tu hermana en el colegio. En ese momento supe que eras como yo, que estabas harta del color azul. Efectivamente, no me equivoqué. - me mira de arriba a abajo, sonriendo con tristeza - Siempre te traté como a una diosa. Eras la única estúpida a la que no le importaba decir claramente lo que pensaba, a la que no le importaba mostrar dónde pertenecía realmente. Deseaba ser lo suficientemente estúpido también como para llegar a mirarte algún día a los ojos.
-Eres débil. - es la respuesta más dulce que se me ocurre darle.
-¡Por eso seguiré entrenando! - con un rápido movimiento, ambas manos se encuentran sujetando mis hombros, acercándome aún más a él. - No me importa cuánta sangre pierda, cuánto daño me cause. Lo único que quiero es ser tan fuerte como tú, y que lo reconozcas.
Sus ojos muestran claramente la lucha interna que está ocurriendo en su interior.
-Si lo haces, te mataré – respondo inmóvil.
Ante mi amenaza parece recobrar la postura y me suelta, alejándose rápidamente de mí y mirando hacia otro lado.
-Sigue luchando – respondo, y me dirijo de vuelta a la puerta para salir – y habrá alguien que reconozca que eres fuerte.
-¿Tú jamás lo harás? - su voz es rota, áspera.
-Nadie será nunca más fuerte que yo. – respondo, desapareciendo de nuevo en los oscuros pasillos de Osadía.
Y no quiero a nadie que sea más débil que yo.

-¡Vamos, gemela malvada! - mi hermana deja escapar un grito ahogado cuando los brazos de Tony la cogen por el gorro de la sudadera negra y la conducen a la fuerza fuera de los dormitorios.
-¡Eh, zanahoria! - Willa sale corriendo detrás de ellos, y yo los sigo lentamente – Abre los ojos y no te lleves a mi compañera.
-¿Chloe? Mierda, no hay quien os diferencie. ¿Por qué no os hacéis un tatuaje en la cara o algo?
-Yo no quiero un tatuaje en la cara. No quiero ningún tatuaje. Y a Eleanor no le gustan las agujas.
-¡Oye! - exclamo, alcanzando a las tres oscuras figuras en el pasillo – No cuentes chorradas sobre mí. Me gusta la idea del tatuaje, aunque no será en la cara.
-¡Así se habla, Eleanor! - el chico me da un golpe en la espalda queme pilla por sorpresa. Traga con fuerza cuando mis ojos lo fulminan en la casi total oscuridad. - ¡Vamos a hacernos un tatuaje ahora!
-¿No se supone que vamos a patrullar? - pregunta Chloe con nerviosismo cuando iniciamos de nuevo la marcha hacia el Pozo.
-Todos sabemos que este trabajo solo sirve para aquellos que acaben patrullando por la valla, o en algún edificio del gobierno. ¿Ese es tu plan para el futuro, Chloe?
-Yo había pensado en buscar un trabajo que facilite las relaciones entre las facciones. O en la relación de Osadía y Erudición, se me da bien tratar con los eruditos.
-No – respondo cortante, y no necesito decir nada más para que mi hermana comprenda sobre qué estoy en contra, aunque esto no la hace más feliz.
-Yo me conformo con un trabajo sencillo – comenta Willa – No pido mucho, salvo superar la iniciación y seguir teniendo el derecho de saltar desde el edificio Hancock.
-Adrenalina como sea, ¿no, Willa? Yo espero acabar siendo más útil que tú para nuestra facción. No me importaría entrenar a los nuevos iniciados. ¿Qué hay de ti, Eleanor?
Frunzo el ceño, pensativa. Jamás había pensado en qué me espera una vez superada la iniciación. ¿Cuál es el objetivo de un osado, a parte de cuidar de su facción? Recuerdo a Sky en la Ceremonia de Elección, y la pasión que había en sus palabras.
-Quiero ser líder de Osadía – respondo con seriedad.
-Pues sí que apunta alto la chica – responde Tony tras unos segundos en silencio.
Llegamos al Pozo, donde Pec nos espera con otras dos parejas de iniciados: Lark con Thais, y Brand con Morgan. Nuestro monitor nos da a cada uno una mochila pequeña con un walkee talkee, gafas nocturnas y una pistola de bolas. Después de advertirnos una y otra vez que sólo usemos el arma en caso de emergencia, y dirigir una mirada amenazadora a Willa, Tony y a mí; nos proporciona a cada pareja un pequeño mapa de la facción de Osadía, en la que solo se han indicado algunas de las salidas. Acto seguido nos asigna a cada pareja un área de la facción, fuera de la cual no debemos salir.
Todos nos ponemos en marcha en cuanto Pec nos da la orden, y Tony y yo corremos por los túneles para llegar a nuestra sección junto a Willa y mi hermana.
-Compartimos límites con la salida del este. - le dice el chico a su compañera mientras me arrebata el mapa de las manos. - Apuesto lo que quieras a que consigo hacerte más moratones con esto que tú. - señala la pequeña pistola de bolas que hay en su cinturón.
-Se supone que no debéis hacer esto – comenta Chloe, negando con la cabeza.
-¡Venga, Chloe! - le doy un golpe sobre el hombro y río con diversión – Todos sabemos que Pec nos ha juntado para que consigamos animarte un poco.
Pec. Con todo lo ocurrido durante el día apenas he tenido tiempo de pensar en él. Después de estar a punto de matarme por desobedecerle delante del resto de iniciados, osé intercambiarme con mi hermana pensando que sería lo suficientemente estúpido como para no darse cuenta. Y aun así, me ha colocado en la primera posición de los iniciados trasladados.

¿Por qué no expulsarme de Osadía?

No hay comentarios:

Publicar un comentario