jueves, 30 de octubre de 2014

CAPÍTULO OCHO

Golpeo con fuerza el saco una y otra vez. Por el rabillo del ojo descubro que mi hermana intenta imitar cada uno de mis movimientos, sin conseguir el mismo resultado. Yo soy musculosa, mientras que mi hermana es demasiado huesuda.
-Dale con los codos y las rodillas, Chloe - le digo cuando le dé al saco con el antebrazo, y contiene un grito de dolor.
Me mira perpleja y empieza a golpear con los codos. Sigue apretando la mandíbula para contener el dolor, pero el saco comienza a balancearse con algo más de fuerza.
En ese momento, Pec llega a nuestra altura para evaluar nuestro trabajo. Me observa atentamente unos minutos antes de girarse hacia mi hermana.
-Será mejor que entrenes duro, chica. Esos bracitos de niña pequeña no durarán ni un asalto.
La cara de mi hermana se vuelve del color de los sacos, rojo chillón, y yo no puedo evitar sonreír al ver a mi hermana en una situación tan incómoda.
El entrenamiento dura toda la mañana. A la hora de comer, estoy realmente hambrienta, y engullo mi hamburguesa con ansia. Mi hermana llega algo después, porque ha decidido ir a darse una ducha. Sus movimientos resultan casi robóticos, y una mueca de dolor se plasma permanentemente en su cara.
Por la tarde, volvemos a la sala de entrenamiento con nuestros inseparables sacos. Los músculos empiezan a entumecérseme, pero no me importa. Me encanta esta sensación.
Cuando Pec nos deja marchar, voy al dormitorio y me doy una rápida ducha de agua fría. Tenemos el resto de la tarde libre, hasta la cena.
-¿Vienes a dar una vuelta? - me giro y contemplo al chico que hay justo detrás de mí. Royce.
-¿No estás cansado? - pregunto con sarcasmo, y no puedo evitar echar una mirada a la litera de abajo, en la que mi hermana está completamente dormida.
-Para nada. Esto ha sido una especie de calentamiento para lo que se avecina. - le dedico una sonrisa y asiento con la cabeza.
Nos dirigimos al foso y entramos en una tienda de ropa. Me compro varios conjuntos oscuros y unas botas con cordones. Royce se prueba una chaqueta de cuero negra que le queda perfecta, y yo me compro una igual. Nos topamos con una tienda de tatuajes y contemplo con fascinación los diseños que se exponen en el escaparate. Ambos estamos dispuestos a entrar, pero la cola formada por iniciados es enorme, así que nos marchamos para regresar otro día.
Decido tomar una cena ligera, aunque resulta difícil con el tipo de comida que sirven los osados.
Pasamos los siguientes días practicando duramente. Alternamos los sacos con clases de lanzar cuchillos y disparar. Fallo a caso hecho los primeros lanzamientos de cuchillos, para que no se note que controlo esto desde hace años. Mi hermana no es tan mala como esperaba, principalmente porque sé que hace todo tipo de cálculos en su cabeza antes de lanzar. Al fin y al cabo, hay algunas cosas de los eruditos que pueden resultar útiles aquí.
El primer día que disparamos, el retroceso del arma de Julian hace que la culata le impacte en la frente. Se lo llevan al centro médico, aunque por la noche ya está de nuevo en el dormitorio, con un feo moratón sobre los ojos. A mí lo de disparar no se me da tan bien, principalmente porque en el sector abandonado no hay armas con las que entrenar. Aun así solo paso unos minutos antes de acostumbrarme al arma y acertar.
Poco a poco voy conociendo más a mis compañeros. Thais, la abnegada, no es muy competente; mientras que Julian, a pesar de haber sido cordial, mejora de forma considerable. Mi hermana tiene sus altibajos, pero no es tan mala como me temía. Hay cuatro veraces: Peny, la única chica, no es muy buena, aunque al menos es mejor que Mike, uno de los chicos de su misma facción. Morgan y Bruce, el odioso veraz, se caracterizan por un afán de superioridad. Son buenos, pero no tanto como Royce y yo.
Un día, cuando llegamos a la sala de entrenamiento, Pec nos espera en el área central, junto a una pizarra. Estamos en la zona de batallas cuerpo a cuerpo. Cuando llegan todos los iniciados, Pec hace girar la pizarra y observamos las parejas de combate. Al ser impares, uno no lucha hoy: Mike. Yo lucho con Peny, Royce con Julian y Chloe con Bruce.
Maldigo en voz alta justo en el momento en el que Pec anuncia que Peny y yo somos las primeras en combatir. La lucha durará hasta que una de las dos no pueda seguir luchando o se rinda. En cuanto entramos en el círculo pintado en el suelo y Pec da la señal, me acerco a Peny, en posición defensiva. Ella no me ataca, sino que me mira nerviosa, esperando mi reacción para defenderse y atacarme por "sorpresa".
-Me estoy aburriendo - exclama Pec pasados unos minutos.
Ese es el momento. Peny lo mira asustada y yo aprovecho y le golpeo el costado con una pierna. La chica cae al suelo y espero a que se ponga de pie para poder volver a pegarle.
-Bien hecho, Eleanor. Aprovechar las distracciones externas a la hora del combate es importante, al igual que lo es no distraerse, Peny. ¡Ponte de pie!
Peny lo obedece tambaleante y se lanza contra mí sin pensarlo. Me golpea en el hombro mientras sus ojos se llenan de furia. Me tambaleo un poco, sorprendida ante su fugaz ataque, y ella aprovecha esto para encadenar varios golpes seguidos. Levanto ambos brazos para protegerme y poco a poco comienzo a seguir el patrón de sus golpes. No tardo mucho en descubrir su punto débil, la parte de su cuerpo que deja desprotegida en cuanto deja de golpearme. Me agacho y, con una agilidad que me sorprende a mí misma, levanto la pierna y le doy una patada en el pecho, en el esternón.
Cae de espaldas al suelo y aprovecho para pegarle en la cara un puñetazo que hace que me latan los nudillos. La chica gira y se queda de cara al suelo, escupiendo sangre. Me pongo de pie y espero a que se levante. Cuando lo hace, tambaleante, vuelvo a pegarle un puñetazo con todas mis fuerzas en la cara y cae al suelo de nuevo. Noto como la sangre me late con fuerza por el cuerpo y los pulmones me piden oxígeno a gritos.
La chica intenta levantarse, pero las piernas le fallan y cae al suelo de nuevo. La lucha ha acabado. Levanta la mano para indicar que se rinde y su cabeza golpea el suelo con un golpe sordo.
-Bien hecho, Eleanor - Pec se acerca a la pizarra y escribe mi nombre en el cuadro en el que se cruzan mi nombre y el de la chica inconsciente.
Un par de hombres aparecen en la sala de entrenamientos y recogen a Peny. Salgo del círculo y dejo que mi hermana y otros iniciados me golpeen el hombro de forma amistosa.
Los combates van sucediéndose poco a poco. Primero, Morgan le da tal golpe a Thais en la cabeza que esta acaba gritando histérica una rendición. Y después todos disfrutamos de una entretenida lucha entre Royce, que decide no acabar la pelea en un primer golpe, y Julian, que se esfuerza por no dejarse vencer. Sin embargo, al final, el vencedor es Royce. Julian, ante su negativa de rendirse, acaba semiinconsciente. Es el propio adversario el que lo ayuda a salir del círculo y lo sienta en el suelo para que se recupere.
-Chloe y Bruce.
Mi sonrisa de entusiasmo ante el entretenimiento que acabamos de presenciar, desaparece. Observo aterrada cómo mi hermana avanza tambaleante hacia el centro del círculo. Bruce la imita y se coloca frente a él con una enorme sonrisa de superioridad en la cara.
Todo sucede demasiado rápido. Pec apenas termina de dar la señal cuando Bruce ya ha llegado hasta mi hermana. A ésta a penas le da tiempo a lanzarme una mirada desesperada, pues Pec le asesta un fuerte puñetazo en mitad de la cara. Mi hermana cae al suelo y mis piernas comienzan a moverse por sí solas. Hay un momento en el que mi cuerpo deja de avanzar, pero sigo estando demasiado lejos.
Bruce le asienta una patada, una detrás de otra. Observo aterrada el cuerpo inmóvil de mi hermana en el suelo. Intento desesperadamente aproximarme hasta ella, pero una fuerza que soy incapaz de localizar me bloquea.
Me veo de nuevo frente a Bruce, en los dormitorios, golpeando su cara una y otra vez. Ahora veo su sonrisa de satisfacción mientras se aleja de Chloe, que permanece inmóvil. Pec corre a recoger a mi hermana del suelo, la levanta en sus brazos y lo veo desaparecer por la puerta de la sala de entrenamientos. Yo sigo bloqueada, aunque ya no me molesto en intentar luchar. Por un momento, mis ojos y los de Bruce se cruzan. Sonríe con suficiencia y de nuevo me veo golpeándole, y siento como la sangre corre por mis venas con fuerza. Se acaba de vengar de mí.
Es en ese momento en el que regreso a la realidad. Su repugnante sonrisa me ha devuelto a la consciencia.
-¡Cabrón! - grito, y la fuerza que me oprimía vuelve a hacerse patente. Lo reconozco sin mirarlo. Es Royce. ¿Por qué sigue sujetándome? - ¡Suéltame! - no le doy tiempo a hacerlo. Levanto el brazo y le golpeo con toda la fuerza que tengo en el centro de la cara, lo que le hace soltarme al instante.
Me concentro en Bruce mientras camino hacia él. “Quiero matarlo”, pienso con fuerza, y me sorprendo al descubrir que es cierto. Lo que quería hacerme a mí se lo ha hecho a la inocente de mi hermana. Ella siempre decía que había que controlar nuestras emociones. ¿Para qué? ¿De qué le ha servido eso? “Lo mataré. Dos metros y su vida habrá llegado al final”.
-¡Detente ahora mismo, Eleanor! - tengo el puño entorno al cuello de la camisa negra de Bruce. Ropa negra de osado, de valiente, aunque lo que ha hecho hace unos segundos es de todo menos valiente. Es cobardía, contra lo que luchamos los que realmente pertenecemos a Osadía – No se te ocurra golpearle, Eleanor - ¿Cómo es posible que una voz me detenga? Es una voz poderosa, llena de poder. Es una voz osada, así que debe entender que lo que hago es justificable. Intento concentrarme en el recuerdo de mi hermana, inconsciente y sangrando sobre el frío suelo. Aun así, no soy capaz de golpearle.
-¡Estaba fuera de combate en el primer golpe y este cabrón ha seguido golpeándole! ¡Voy a matarlo!
-Si ese puño lo roza, Eleanor, estarás fuera de osadía - ¡Mierda! Aparto la vista del rostro nervioso de Bruce para fijarla en Pec, quien está al borde del círculo junto al resto de iniciados, todos ellos observándome aterrados. - No permitiré una segunda infracción por tu parte.
Cierro ojos y puños con fuerza. Siento la sangre arder en el interior de mis venas y los gritos de Chloe no dejan de repetirse en mi cabeza. Aun así, la amenaza de Pec sigue estando ahí.
Y la venganza es un plato que se sirve frío.
Empujo a Bruce con el brazo con el que sujetaba el cuello de su camiseta y cae patéticamente al suelo. No espero a que nadie, ni siquiera Pec, me diga algo. Me doy la vuelta y me marcho de la sala de entrenamientos.

Estoy perdida, aunque en realidad no me importa. Me he sumergido en el laberinto de túneles, dispuesta a alejarme de todo. Y lo he conseguido. Me siento sobre el duro y frío suelo de piedra sintiéndome la hermana más horrible del mundo. De verdad, no ha peor sensación. Ahora, aquí, sola y sin poder hacer nada, llena de impotencia, revivo el combate. Mi hermana gritaba desesperada una rendición mientras el capullo de Bruce seguía pateándola, incluso cuando se hallaba inconsciente.
El dolor me palpita en la sien. Si Pec no me hubiera interrumpido, podría haber matado a Bruce sin que nadie se interpusieras, ni siquiera el penoso de Royce. ¿Qué pensaría Bruce mientras le daba a mi hermana semejante paliza? ¿Satisfacción? ¿Orgullo? ¿Se imaginaría que era yo? Seguro que sí. Aprieto ambos puños. Fue él quien empezó provocándome, lo que yo repetí. Y después me atacó, a lo que yo respondí rompiéndole la nariz. Ahora ha vuelto a causarme dolor, por lo que me toca devolverle el golpe.
El muy imbécil ha iniciado una guerra con la persona equivocada. Me aseguraré de que sea un golpe definitivo.

No sé cómo, pero mi cuerpo fantasmal consigue llegar al dormitorio. Ignoro la litera vacía que hay bajo mi cama y cierro los ojos con fuerza, intentando desesperadamente alejarme de la realidad. Necesito descansar, tranquilizarme y planear una venganza.
-Hola.
Abro los ojos al no reconocer la voz, y me llevo una sorpresa al ver a Royce y Julian, el primero de ellos con una escayola en la nariz, y el segundo con la cara morada.
-¿Cómo estás? - pregunta Julian con voz ronca.
Los miro a uno y otro, sorprendida. ¿De verdad han decidido despertarme para preguntarme cómo estoy? Me muerdo la lengua antes de soltar algún improperio y vuelvo a cerrar los ojos.
-Ya podías preguntarnos a nosotros que tal nos va, estúpida – la extraña voz suena enfadada, pero no consigue causarme el más mínimo respeto, sino todo lo contrario – Me has roto la nariz.
Me ha llamado estúpida. Después de lo que ha visto, hay que tener valor.
-No me hubiera retenido – respondo con firmeza. No me arrepiento de haberle golpeado.
-Tranquila, no volveré a preocuparme por ti – no necesito abrir los ojos para notar su ausencia. No me importa lo más mínimo.
-No deberías ser así – al parecer aún tengo que librarme de la presencia de Julian, una tarea difícil.
-Me ha insultado. Debería aplastarle la cabeza contra la pared.
-Venimos del hospital, de escayolarle la nariz – responde como si no lo hubiera interrumpido. ¡Como si a mí me importase lo que han estado haciendo esta tarde! ¿Cómo puedo librarme de este pesado? - Allí está tu hermana – vale, no solo era por contarme su vida. Sigo con los ojos cerrados, aunque centro más atención en su voz – No nos han dejado verla. Pec también estaba allí, buscándote.
-No pienso hablar con él – respondo tajante.
-Creo que sólo quiere informarte sobre el estado de tu hermana – o tal vez quiera expulsarme de Osadía.
-¡Me da igual! - estallo – Quiero que me deje en paz. ¡Él, tú y todo el mundo!
Julian abre mucho los ojos y me mira como un animalillo indefenso. Su mirada me recuerda tanto a la de Chloe que, por un momento, tengo que reprimir las ganas de lanzarme hacia él y abrazarlo. Sin embargo, justo cuando voy a derrumbarme, Julian se de la vuelta, dispuesto a marcharse. Me fijo en su espalda y me doy cuenta de cuánto a cambiado en tan poco tiempo. Ha pasado de ser un chico escuálido y temeroso a ser un musculoso iniciado osado, lleno de vida. Sin embargo, en su rostro, sus ojos siguen cargados de inocencia e inseguridad.
-Tus amigos se cansarán de que los trates así. - lo escucho susurrar, y tengo que esforzarme en no gritarle que él no es mi amigo, que ninguno de los que hay aquí los es, que no necesito amigos. La amistad no existe.
Me dejo caer de nuevo en la cama y cierro los ojos.

-Mis padres dicen que tu hermana es rara.
-No digas eso de ella. Eleanor es mi hermana.
-Sí, lo sé, pero no es como tú. Tú eres buena y simpática. Mis padres dicen que tu hermana es muy salvaje.
-¡Mi hermana no es salvaje! También es tu amiga.
-No quiero tener una amiga rara. Pero tú puedes seguir siendo mi amiga.
-¿Y quién ha dicho que quiera ser amiga tuya?
-¿No quieres serlo?
-Acabas de llamar rara a mi hermana. ¡Quiero que te vayas!
-Pues me iré.
Se escucha un sollozo justo después del portazo que hace temblar las paredes.
-Eleanor, ¿estás bien? No sabía que estabas ahí.
Una cabecita aparece por el borde del colchón, pero vuelve a desaparecer rápidamente.
-Eleanor, no le hagas caso. Es tonta.
Otro sollozo.
-Eleanor, por favor. Di algo.
-No vuelvas a dar la cara por mí.
-¿Por qué no, Eleanor? Eres mi hermana. Debemos cuidar la una de la otra. Eleanor. Eleanor. Eleanor.

-¡Eleanor!
Abro los ojos sobresaltada y ahogo un grito. Las luces del dormitorio están encendidas, y todo el mundo está despierto, observándome. Miro a uno y otro lado, preguntándome si habré hablado en sueños, Pero, si lo he hecho, no es por eso por lo que me miran.
No sé cuantos segundos tardo en encontrarme con los ojos del hombre que ha gritado mi nombre.
-Eleanor Stone. Ven conmigo.

Genial, pienso mientras bajo de la litera. Pec va a echarme de Osadía.