jueves, 5 de marzo de 2015

CAPÍTULO DIEZ

-No me gusta deberle nada a la gente – susurra Pec al pasar a mi lado. - Pero supongo que con esto la balanza se equilibra, incluso se inclina un poquito a mi favor.
-Lo habría hecho tarde o temprano.
-¿Aunque eso supusiera tu expulsión del complejo?
Levanto la mirada levemente hacia Pec. ¿Por qué hace esto? ¿A caso pretende que yo le deba un favor? ¿Considera eso algo valioso?
-Tienes tres minutos. Lo pararé pasado ese tiempo.
Asiento con la cabeza y compruebo como Bruce me fulmina con la mirada al otro lado de la sala.
-¿Qué te ha dicho?
Julian se aproxima a mí, junto con Royce.
-Que no lo mate. - contesto lo suficientemente alto como para que Bruce me escuche, sin apartar la mirada de él.
Su boca se eleva en una sonrisa irónica, lo que aumenta en mi interior el deseo de matarlo.
Pec no tarda en establecer el orden de las parejas. No me sorprende descubrir que estoy en el último lugar. Supongo que una vez acabado mi combate, Pec tendrá que llevarnos a alguno de los dos arrastrando hasta el hospital.
-Ten cuidado – susurra Royce cuando regresa del círculo, tras haberle dado una breve pero intensa paliza a Mike, el veraz. - Al parecer ha estado entrenando mucho más duro desde que tu hermana está en el hospital.
-Supongo que tenía miedo de que este momento llegase. - susurro. Y camino con decisión hacia el centro del círculo, donde Bruce me espera.
Su sonrisa me hierve la sangre. ¿Qué debería hacer? A partir del primer golpe, solo tendré tres minutos. Tres minutos en los cuales, Pec no me detendrá. Voy a hacer que sufra.
-Tenías ganas de que llegase este momento, ¿verdad?
Dejo que mi mente piense con anterioridad. ¿Qué debería hacer en primer lugar? ¿Atacar o defender?
-¿Qué tal está la erudita de tu hermana?
A la mierda el pensar.
Su táctica, obviamente más inteligente que la mía, era provocarme para atacar en primer lugar. Por eso, él está preparado y esquiva mi patada al aire sin esfuerzo. Pero no acaba ahí, sino que golpea con fuerza cuando mi pierna pasa junto a él, y el golpe en el gemelo me hace caer de bruces al suelo.
Mierda. Levántate, Eleanor, no seas estúpida. No pierdas tiempo.
Veo sus intenciones con demasiada claridad, incluso estando boca abajo, por lo que ruedo hacia un lado para esquivar la patada. Con el pie en el aire, le es imposible atacar. Y también lo es el esquivar mi pierna, que golpea su tobillo con toda la fuerza que tengo.
No puede mantenerse y cae al suelo, mientras que yo me levanto con delicadeza, sacudiéndome el polvo de las piernas. Estoy tentada a golpearle desde arriba, pero, por una extraña razón, me alejo de él un par de pasos. Si voy a ganarle, será limpiamente, y no como él, que siguió pegándole a mi hermana cuando ésta ya estaba inconsciente.
Esa imagen se queda grabada en mi cabeza mientras lo observo levantarse. Uno frente al otro, giramos en torno a la plataforma mientras resuenan los gritos de mi hermana en mi cabeza. ¿Cómo es que no fui capaz de interponerme entre ambos? ¿Por qué Pec no detuvo el enfrentamiento antes?
Hago un amago de atacar por la izquierda, y aprovecho su confusión para darle una fuerte patada en el pecho. Se lleva ambas manos al lugar en el que le he golpeado y se levanta, con dolor, justo para recibir otro golpe en el costado.
Se tambalea un poco, pero no llega a caer.
Sin preocuparme de mi propia defensa me acerco hasta él con paso decidido. Por su culpa, mi hermana podría haber muerto.
¿Es eso por lo que estoy cabreada?
¿O es porque con ello me atacaba indirectamente a mí?
-No vuelvas... - susurro entre diente, respirando entrecortadamente fruto del esfuerzo y la rabia que me recorre por dentro.
Justo cuando su cara se gira para observarme, le doy un puñetazo en el centro de la cara, seguido de una patada en la espinilla que lo hace volver a caer.
Se pone de rodillas, y no lo pienso dos veces. Mi pierna vuelve a golpearle justo en la boca.
-¡No vuelvas...!
Su cuerpo cae de lado con un golpe seco y me agacho para cogerlo del pelo. Estampo su cabeza contra éste una y otra vez, recordando las patadas que le dio a aquel inocente bulto que yo tenía por obligación proteger.
-¡NO VUELVAS A TOCAR A MI HERMANA!
Siento sus manos aferrarse a mis hombros en un movimiento desesperado por defenderse y caigo de espaldas al suelo. Puede que yo tenga fuerza a la hora de golpear, pero él puede levantar objetos pesados sin casi inmutarse.
El dolor del impacto me recorre la espalda, y ahogo un grito de dolor. Bruce aprovecha estos segundos para bloquearme y golpear una vez tras otra mi cara. Siento la sangre recorrer mis mejillas y abro la boca angustiada por la necesidad de respirar. Me ha roto la nariz, y la boca poco a poco se me llena de sangre.
Le escupo, manchando aún más su rostro de sangre, e intento rodar, pero mi cintura está fuertemente sujeta bajo el peso de sus piernas, al igual que mis brazos.
Estoy atrapada. No dudará en matarme y, sin embargo... No puedo rendirme tan fácilmente.
Cierro los ojo unos segundos y veo a Stan sobre mí.
-¿Qué tienes que hacer?
-Girar. Golpearle con las piernas.
-No puedes – susurra cogiéndome del cuello, pero sin llegar a apretar. - Usa otras vías. Eres demasiado calculada. Te comportas como una erudita peleando. ¡Eres una erudita!
-¡AGH! - todo mi cuerpo chirría cuando doblo peligrosamente la columna para aproximarme al rostro de Bruce, sorprendido.
La fuerza del impacto de nuestras cabezas es más que dolorosa, pero estoy mentalmente capacitada para soportar ese dolor.
Salgo de debajo de Bruce y, apoyada en una mano, le vuelvo a golpear con el pie en la cara.
Esta vez, no pienso dejarle que se levante.
Bloqueo sus manos para que no pueda rendirse y comienzo a golpear su rostro. Toda la rabia que una persona pueda sentir. Eso es lo que llevo ahora mismo en mi interior.
No soy una erudita.
No peleo como tal.
No permitiré que nadie vuelva a atacarme.
No permitiré que Bruce vuelva a mirarme siquiera.
No permitiré que mi hermana vuelva a recibir un golpe de este individuo.
No permitiré que Chloe sea atacada en mi lugar.
Los puños comienzan a sangrarme, pero no me importa. Me siento plenamente satisfecha. Le estoy dando la paliza de su vida ¿Qué se siente cuando eres físicamente incapaz de pedir una rendición? ¿Qué se siente cuándo tu posición física te impide lograr algo tan simple como levantar una mano.
Porque ahora sé lo que se siente cuando consigues una venganza.
Y ahora conozco la satisfacción que lograste al dejar a mi hermana inconsciente.
Y por ello, te odio más aun, Bruce.
-¡Déjalo en paz! ¡Se está rindiendo!
Siento un fuerte empujón en el cuerpo que me devuelve a la realidad. Frente a mí ha aparecido una chica de tez morena y pelo anaranjado, con un rostro lleno de furia. La reconozco, es...
-¡Apártate de ella!
Un chico de mediana estatura se sitúa entre ambas y tardo un par de segundos en reconocerlo. A decir verdad, solo lo hago cuando por detrás, Royce me sujeta con fuerza contra su pecho.
-Apártate, cordial. - la voz de la chica está llena de amargura, pero no me extraña después de haber visto como he estado a punto de matar a su primo.
-Soy osado. - Julian suena más que satisfecho al decir estas palabras, y su voz se hace real en toda la estancia. Es una voz poderosa y orgullosa. ¿Quién lo diría, cuando hace apenas unas semanas era un tímido e indefenso trasladado de cordialidad?
-¡Su monitor le estaba gritando que se detuviese! ¡Ella no ha obedecido!
-¡Ella no era consciente!
-Atrás, Estella. Yo me encargaré de los errores de mi iniciada.
Pec ha entrado en el círculo y me fulmina con la mirada.
Estella. Ahora que lo pienso, ¿qué hace aquí? ¡Ella es una iniciada osada!
-Marchaos todos. - escucho decir a Pec, y siento como un gran grupo de gente sale de la sala de entrenamiento. Ahora que miro mejor, hay el doble de gente que lo habitual. ¿Qué hacen los iniciados osados aquí? - Y tú, llévate a tu primo al hospital.
Estella, sin dejar de mirarme y junto a un compañero, ayudan a Bruce a ponerse en pie y, prácticamente, se lo llevan a rastras.
-¿Y vosotros?
-No – responden Royce y Julian al unísono.
-Está bien. Alguien tendrá que llevársela.
Me atrevo a levantar la mirada hacia Pec y, justo en ese momento, recibo un fuerte golpe en el diafragma que me hace caer.
El dolor es horrible y me quedo sin aire en los pulmones. Intento inspirar, pero algo extraño ocurre. Mis músculos no reaccionan. Tan solo siento como el aire me acaricia sin poder atraparlo.
-Me debes una – susurra en mi oído, dejándome allí, sin poder respirar.
-¡Pec! – la grave voz de Royce me sobrecoge.
Emito un extraño sonido, debido a la falta de aire e intento toser. ¿Qué me ha hecho?
-¡Eleanor! - los delgados dedos de Julian aparecen en mi campo de visión, volviéndose borrosos. - Royce, ayúdame. ¡Eleanor, respira! ¡Dale la vuelta!
-No. Se ahogará.
Noto sus manos alrededor de mi cintura, que me elevan un poco para conseguir que me siente.
-Joder. No sé qué es. ¡Pec! ¿Qué le has hecho?
-Tranquilo.- Su voz suena lejana. - No creo que muera por el golpe.
-Capullo – susurra Royce.
-Royce, ¿qué es? ¡¿Qué hago?!
-¡Callarte!
Me ahogo. Maldita sea, me ahogo.
-¡Ayúdame a darle la vuelta!
Me dejan suavemente sobre el suelo y Royce se acerca a mi cara. Abro mucho los ojos cuando pega su boca a la mía. Intento moverme, pero Julian me da la mano, fría como el hielo, e intenta dedicarme una mirada tranquilizadora, aunque es difícil con el rostro tan pálido.
-Tranquila, aguanta un poco, Eleanor.
Siento una corriente de aire llegar a mis pulmones, e intento atraparla rápidamente. Pero al ser tan escasa, da paso a la histeria.
-¡Tranquila!
De nuevo una más, y otra, y poco a poco, comienzo a ser capaz de tomar aire por mí misma, aunque es demasiado escaso.
-Le entra el pánico – susurra Royce, separándose de mí. Y me ayuda a incorporarme hasta quedar sentada.
Poco a poco, mis ojos comienzan a cerrarse, demasiado agotados por el cansancio. Por favor, que esto acabe ya.
-¡Eleanor, no te duermas!
Siento un tirón de mi cuerpo, y el pecho de Royce se pega a mi espalda.
-Respira conmigo – susurra a mi oído, y siento como toma una gran bocanada de aire.
Intento imitarlo, pero acabo tosiendo, dejando que la histeria mi inunde nuevamente.
-¡Vamos! Tú puedes hacerlo, Eleanor. - Julian se deja caer frente a mí, de rodillas, con los ojos llenos de lágrimas.
-Suelta el aire, Eleanor. Y, muy despacio, vuelve a cogerlo.
Intento que mi pecho siga el movimiento del de Royce y, poco a poco, todo a mi alrededor desaparece, salvo su calor corporal y sus movimientos. Siento que su mano derecha se une a la mía con cuidado y, aunque en un momento siento la necesidad de apartarla, acabo por aferrarme a ella desesperadamente.
-¿Recuerdas nuestra conversación de ayer? – pregunta en mi oído mientras sigo respirando junto a él. - Esto no lo haría un amigo. Un amigo se dejaría llevar por la situación, como es el caso de Julian.
Intento concentrarme en sus palabras, pero éstas acaban escapando de mi cabeza. Y, poco a poco, me dejo llevar por completo.
-¡No te duermas! - su mano aferra la mía con más fuerza. Pero no puedo hacerle caso. Estoy demasiado agotada. Demasiado exhausta. Aprieto su mano un momento para después dejarme llevar.
-No puedo... - susurro mientras sigo el ritmo de su respiración – Necesito... Quiero...
Y me dejo llevar.

Cuando abro los ojos, me encuentro en una sala blanca con cortinas. A mi lado, sentado en una silla y con la mano aún aferrada a la mía y pacíficamente durmiendo, se encuentra Royce. Mierda.
Intento soltarme de su mano, lo que hace que se despierte.
-Por fin – susurra, y observa con el ceño fruncido su solitaria mano. - Las viejas costumbres no cambian, ¿no?
-Gracias – susurro haciéndome un ovillo y escondiendo ambas mano.
-¿Cómo has dicho?
-No me hagas repetirlo – frunzo el ceño, mosqueada. ¿No le basta con escucharlo una vez?
-No ha sido nada – su enorme mano pasa por mi cabeza, despeinándome. - Es lo que hacen los amigos, ¿no? Por cierto, han tenido que volver a coserte. Cuatro puntos justo en la frente, por el cabezazo que le diste a Bruce. Por cierto, fue muy bueno.
-Lo sé – susurro agachando la cabeza. Maldita sea. No quiero decir gracias, pero la ocasión lo merece. ¿Cuántas veces piensa salvarme este chaval?
-Y te rompiste la nariz, para variar. Aunque Bruce está mucho peor. Al parecer va a pasar una larga temporada hasta que vuelva. Le diste su merecido.
-Podría haberle hecho mucho más.
Sus ojos se enfrían de forma espeluznante tras mi comentario.
-¿Qué pasa?
-Te dije que tuvieras cuidado.
-No lo he hecho mal. - ¿Quién se cree que es?
-Eso también incluía a Pec, Eleanor. En la vida real, no puedes quedarte tranquila cuando parezca que has derrotado al enemigo. Bajas la guardia muy rápido. No puedes descansar entre batalla y batalla. Deberías de saberlo.
-Menudo sermón. - respondo con altanería.
-Tan solo estoy preocupado. Quién sabe qué habría pasado si Julian y yo no nos hubiésemos quedado.
Es cierto. ¿Qué habría ocurrido? ¿Me habría dejado Pec allí? ¿Habría muerto?
-Por cierto, tu hermana está preocupada.
-Oh, mierda. - me golpeo la frente con el dorso de la mano, lo que hace que un intenso dolor me atreviese el cuerpo - ¡Ay!
-Pero mira que eres tonta – comenta con ligera diversión.
-Odio cuando confabuláis algo entre ambos. - susurro, mordiéndome la comisura del labio.
-Que tengamos algo sobre lo que confabular es culpa tuya.
Royce aparta la cortina que hay detrás de él y, al otro lado, aparece una Chloe bastante sonrojada y un chico rubio sentado a los pies de su cama, riendo a carcajadas.
-Y que lo digas – comento con voz agria. - Se la ve súper preocupada.
-¡Eleanor! - Chloe salta de la cama y llega hasta mí para abrazarme con fuerza.
-¡Oye! ¡Que se supone que estás enferma!
-Ya no. Me dan el alta esta tarde. Por cierto, este es Dareon.
Miro al chico, que aún sonríe. Alto, dentadura perfecta, labio inferior perforado por varios piercings, pelo rubio que contrasta marcadamente con su ropa negra y sus profundos ojos azules. ¿Por qué me es tan familiar?
-Vaya, vaya. - su voz suena como la típica de un chico que ha pasado toda su vida en Osadía, lo que me pone bastante celosa - Pero si es la chica que le ha dado una paliza impresionante a un chico de su grupo. Al fin tengo el placer de conocer su nombre, primera saltadora, o Eleanor.
Mierda. Claro que me suena. Ese maldito tono educado y cargado de ironía...
-¿A quién le has dado una paliza?
Miro a Royce, que se encoge de hombros. ¿No le ha dicho nada? ¿Tendré que tragarme yo el marrón?
-Sólo le he dicho que te mareaste justo después del entrenamiento – susurra Royce, lo suficientemente alto como para que tan solo yo lo escuche con claridad.
Le dedico una gélida mirada en el momento en el que mi hermana vuelve a formular la pregunta, aunque esta vez, con un ligero tono de enfado que no le pega en absoluto.
-A Bruce. - responde el chico rubio como si nada, con esa estúpida sonrisa aún grabada en la cara. Pasa sus brazos por detrás de su cabeza y se deja caer sobre la cama de mi hermana.
Habrá que ser...
-¡¿Qué?! ¿Has peleado contra él?
-¿Y qué querías que hiciera? - estallo, a la defensiva - ¿Que me quedara de brazos cruzados mientras ese chico me daba otra paliza como a ti?
El rubio ríe por lo bajo, lo que hace que me den más ganas de saltar sobre él y borrarle esa sonrisa de un puñetazo.
-¿Y qué le pasa a Pec por la cabeza? ¿Acaso no sabe que podríais haberos matado el uno al otro?
-Normalmente, se eligen los combates por sorteo. Aunque, esta vez ha sido una grandísima coincidencia...
-¿¡Quieres callarte!?
-Es cierto, deberías callarte. - Royce apoya una mano sobre mi hombro derecho. - Ahora que está a punto de acabar la primera ronda, es normal que los instructores decidan enfrentar a los más fuertes para afianzar quién quedará en primera posición.
-Tu novio tiene razón – responde con indiferencia el chico.
-¡No somos pareja! - noto como mi cara comienza a arder.
-Eso mismo – susurra Royce a mi lado, apartando la mano de mi hombro, lo que me deja una extraña sensación de soledad.
-Lo que digas, chica.
-Eleanor...
La apagada voz de mi hermana hace que todos nos fijemos en ella. No ha dejado de jugar con sus uñas mientras discutíamos. Me fijo mejor en su aspecto y me alegra ver que está mucho mejor, casi recuperada. Si le hubiera pasado algo... ¿qué habría sido de mí? Es cierto que no he venido mucho a verla, y que he seguido centrada en entrenar, en hacerme más fuerte. Pero, sin ella... ¿tendría algo por lo que luchar?
Cuanto más tiempo pasaba con los osados, menos la echaba en falta. Una parte de mí, siempre deseó que se marchase a cordialidad, siempre deseó liberarse de la obligación que supone el protegerla. En el fondo, siempre desee ser libre. Pero, en cuanto cruzaba las puertas para entrar en esta habitación tan blanca, y volvía a reencontrarme con su sonrisa, me daba cuenta de que no podría vivir sin ella. Al fin y al cabo, es la única persona que verdaderamente me importa.
-¿Qué ocurre? - hago un esfuerzo sobre humano para levantar mi magullado cuerpo y aproximarme hasta ella, aferrándome a sus diminutas manos.
Guarda unos minutos de silencio antes de hablar, sin dejar de acariciar mis destrozados nudillos con los que golpee la cara de Bruce.
-Dime que no ha sido una venganza.
Es una pregunta estúpida. Ella sabe cuál es la respuesta, sabe que desde el momento en el que le puso un dedo encima he querido darle la mayor paliza de la historia. Entonces, ¿por qué quiere que le diga lo contrario? ¿Para qué mentir?
No conozco las razones, pero si es lo que ella quiere... Estoy a punto de responder que tan solo lo hice para sobrevivir, para quedar delante en la clasificación, pero la fría y socarrona voz de su nuevo amigo no me lo permite.
-La verdad, querida Chloe. Tu hermana parecía la persona más feliz del mundo mientras le daba tal paliza a aquel pobre chico.
-Creo que tú y yo no nos vamos a llevar muy bien, tercer saltador.
-¡Eh! - el chico se incorpora para mirarme con el ceño fruncido, aunque sigue existiendo algo de diversión en sus ojos – Yo habría sido el primer saltador si no te hubieses lanzado tan rápido.
-¿Y a qué esperabas? ¿A una invitación?
-Pero, ¿a qué estás jugando?
Ambos dejamos de lanzarnos miradas de odio y volvemos a fijarnos en mi hermana, que ha bajado la mirada y aprieta con fuerza los dientes.
-¿Qué? - pregunto, soltando sus manos.
-¡Deja de querer vengarte! Entré a Osadía, no puedes evitar que pase por la iniciación, Eleanor. Si en ella se incluyen golpes, los recibiré – levanta la mirada y me observa con lágrimas en el borde de los ojos - ¡Aceptaré las consecuencias de mi decisión!
-Estabas inconsciente mientras él te golpeaba, Chloe. - noto como la furia asciende por mi cuerpo al recordar esos angustiosos segundos - ¿Tampoco puedo vengarme por ello?
-Quiero que dejes de tratarme como a una niña pequeña. ¡Quiero dejar de ser una inútil!
-Esos golpes iban dirigidos hacia mí, Chloe. No me pidas que fingiera que no había pasado nada.
-¿Tanto te cuesta? - las lágrimas acaban desbordándose y discurren por sus pálidas mejillas.
-¡Ey! No llores, Chloe.
El chico rubio se acerca a ella y la envuelve con sus musculosos brazos. Ella se queda inmóvil, sin apartar los ojos llenos de frustración de los míos, absolutamente perplejos.
-Será mejor que me marche – susurra Royce junto a mí, lo que me da una escusa para romper el contacto visual – Seguro que Julian está preocupado y querrá saber si has conseguido sobrevivir a la repentina violencia de nuestro instructor.
-¿Violencia de nuestro instructor? - pregunta Eleanor, deshaciéndose de los brazos de Dareon.
-Y será mejor que le cuentes a tu hermana con más detalles.
-Apenas recuerdo los detalles – susurro más para mí misma que para el resto.
-Lo que tú veas – susurra, y se aleja por el pasillo.
Entonces recuerdo algo. Algo que me hace correr detrás de él hasta alcanzarlo.
-Maldita sea. - Royce me sujeta por los brazos justo cuando llego a él y las fuerzas amenazan con volver a abandonarme - Deja de esforzarte y preocu...
-Eso no es lo que harían los amigos. - digo sin aliento - Los amigos se dejarían llevar por la situación, como Julian. ¿No? ¿No es eso lo que dijiste antes?
Sus ojos se abren sorprendidos, pero recupera la compostura en seguida.
-Al parecer recuerdas más de lo que dices.
-Royce,...
-Habiendo pasado tantos años en Erudición deberías pillar antes las cosas, ¿no? - sus oscuros ojos se clavan en los míos con un extraño brillo – Pero dejaré que sigas pensando sobre ello. Al fin y al cabo, tú solo tienes ojos para una persona.
-¿Qué? - me quedo paralizada conforme los brazos de Royce me sueltan tras asegurarse de que puedo mantener el equilibrio.
-Tú cuidate. Hay personas que siempre se preocuparán por ti, Eleanor, aunque no sea algo recíproco.
Su mano se desliza por mi cabeza, despeinándome. Esta vez, no puedo hacer otra cosa salvo observar como se marcha.
Este chico, a pesar de lo mal que lo he tratado siempre, ¿cómo es posible que siga preocupándose por mi?
Inconscientemente, vuelvo la cama que hay junto a la de mi hermana y me dejo caer sobre ella, sin dejar de repetirme a mí misma la horrible persona que soy. Sé que debería preocuparme por Royce, y una parte de mí no deja de insistirme para que me acerque más a él. Pero me es imposible. Sé qué parte de mí es esa; la misma que me llevó a acostarme tantas veces con un peligroso chico a cambio de entrenamiento. Es mi parte más egoísta y llena de maldad. Al fin y al cabo, para protegerlo de mí misma, debo convencerme de que él no me importa en absoluto.
-¿Ya se ha ido tu chico?
-Vete a la mierda, ¿quieres? - respondo, intentando cortar cualquier tipo de broma; pero el chico no parece pillar la indirecta.
-Parece que estás de mal humor.
-Hay que ser estúpido. Chloe, - me giro para observar a mi hermana, que sigue mirándome con indignación - ¿podrías decirle a tu amiguito que me deje en paz? No estoy de humor.
-Eso ya se ve.
-Tú siempre estás de mal humor, Eleanor.
El comentario de mi hermana hace que Dareon comience a reírse con fuerza.
-Muy bien, enana. Veo que vas aprendiendo.
-Enana – susurro con amargura, lo que provoca que las mejillas de mi hermana se enciendan.
-¿Qué pasa? ¿Tienes envidia? - el chico se sienta con las pernas cruzadas sobre el pulcro colchón de mi hermana – Los siento, pero no se me ocurre ningún mote cariñoso para ti – comenta con sarcasmo.
-Tranquilo – respondo con una irónica sonrisa dibujada en mi cara – No quiero nada cariñoso que venga de ti. En realidad, nada que venga de ti.
El chico se echa hacia atrás para poder reír. Estoy tentada de meter la cabeza debajo de la almohada y dejar de escuchar sus tonterías.
-¡Ya sé diferenciaros! - suspira victorioso – No sois tan parecidas. Chloe es adorable, - le acaricia el pelo como si fuera un cachorro y mi hermana agacha la cabeza, sonrojada - mientras que tú eres una borde. - me dirige una mirada con una amplia sonrisa triunfante.
-Sólo con los imbéciles como tú – le lanzo una mirada de arriba a abajo, con lo que me percato del buen cuerpo que tiene.
-Siempre lo eres.
-Tú a callar, mocosa.
-¿Qué? - mi hermana hace un puchero. Hace años que no la llamo así.
-¿Ves? - Dareon me mira con expresión de “te lo dije”, y agarro con fuerza la almohada, deseando que fuese su cabeza – No te preocupes, Chloe. Todas las mocosas son adorables.
Los ojos de mi hermana parecen estar a punto de estallar de tanto brillar.
-Creo que voy a vomitar – susurro en voz baja para que ninguno de los dos me escuche. - ¿Cuándo has dicho que te darían el alta, Chloe?
-Esta tarde. Supongo que cuando vengan a revisar cómo estás nos dejarán marcharnos a ambas.
-Genial – odio todo lo relacionado con los hospitales y el olor a desinfectante.
-Entonces, ¿mañana lucharéis? - pregunta Dareon con un deje de preocupación, lo que me hace incorporarme y prestar atención a sus palabras.
-¿Ocurre algo?
-En teoría nadie debería saberlo, pero mañana echarán a dos iniciados.
-Mierda – susurro, lanzando una mirada de angustia hacia mi hermana.
-¿Qué? - pregunta esta extrañada.
-Nunca has ganado, ¿verdad? - pregunta Dareon con tranquilidad, sujetándola por el brazo.
Mi hermana niega ligeramente con la cabeza.
-Bruce me dejó inconsciente en mi primer combate. He pasado aquí demasiado tiempo.
Maldita sea. No puedo quedarme aquí parada. Tengo que hacer algo, lo que sea.
-¿Crees que me echarán?
-Mañana será tu última oportunidad.
-¿Y tú como se supone que te enteras de todas estas cosas? - pregunto fulminando al rubio con la mirada, pero me ignora por completo, demasiado ocupado en susurrar palabras de consuelo a mi hermana.
-Si al menos fueran más comprensivos. Desde luego, ese chaval se merecía la paliza que le ha dado tu hermana...
¿Sería esto lo que Bruce quería? ¿Dejar a mi hermana tan inconsciente que fuese incapaz de recuperarse a tiempo? Si lo tuviera ahora mismo delante.
-Lo positivo es que expulsarán a un iniciado de cada grupo. Con que quedes la penúltima de los trasladados, tendrás más oportunidades para remontar en la lista.
-¿Por qué nadie me ha informado sobre ello? - de nuevo, el chico finge que no existo - ¡Eh, estúpido!
-Porque mi grupo sabe cosas que el vuestro no, y que tú seguirás sin saber – añade, al descubrir mi mirada de desconfianza. - Es lo que tiene el haber vivido aquí tanto tiempo. Tenemos privilegios por haber nacido aquí.
-Eso no es justo. - me muerdo la lengua. Creí que una vez hubiera llegado a la Sede de Osadía todo sería mucho más fácil.
-De todas formas, ¿sabes de alguien que no vaya muy bien en eso de las peleas?
-Hay unos cuantos – respondo al instante, con una pizca de esperanza creciendo en mi pecho. - Mike nunca ha ganado, y Thais tampoco.
-Si tuviéramos suerte, mañana harían que Chloe luchase contra uno de ellos. Sería como un desempate para ver quién se queda fuera.
-Pero si son Mike y Thais los que luchan entre ellos...
-Ahí está el problema – finaliza el chico, y se muerde el labio inferior lleno de agujeros.
Pero no es ese el único problema. Miro a mi hermana con temor. No deja de mirarnos a uno y otro alternativamente, hasta percatarse de la forma en la que la miro.
-No me entero de nada – dice finalmente, y me sorprendo al descubrir la poca preocupación que expresa su rostro. Sí que no debe tener idea de lo que se juega en menos de veinticuatro horas.
-Mañana tienes que ganar, sea como sea.
-¿Qué? - al fin, su mente erudita parece haber vuelto a funcionar – Pero si no sé pelear.
Esta vez, fulminarla con la mirada no es suficiente. Salto de la cama y, antes de que se dé cuenta, estoy a su lado, golpeando la parte posterior de su cabeza, lo que la pilla completamente por sorpresa.
-¡Ay! ¿Pero qué...?
-¿Quieres callarte? - susurro entre dientes.
-¿No sabes pelear?
-Bocazas – me doy la vuelta, fingiendo indiferencia. Ojalá pudiera dejarla sola con las consecuencias de lo que acaba de decir. Si no fuera por que es algo mucho más serio de lo que su inocente mente puede llegar a comprender....
-¡Él es de confianza! - exclama, lo que hace que el vello se me erice.
-No, no lo es – respondo con firmeza, sin dar pie a que continúe la conversación.
Chloe se cruza de piernas y brazos, y clava la vista en el suelo. Puedo ver como las lágrimas acuden a sus ojos ante la frustración.
-Cuánto secretismo – susurra el chico que hay a su lado, que se ha quedado sin palabras.
-Callate – insto, lanzándole una mirada asesina. - Y tú – cojo a mi hermana por la barbilla, obligándola a mirarme a la cara – será mejor que descanses ahora que puedes, porque esta noche te toca practicar.
-¿Qué? - me mira aterrorizada y, tras comprobar que hablo completamente en serio, se remueve nerviosa – Eleanor, yo no puedo.
-Mira, no me cabrees – la cojo por el cuello de la camiseta y aproximo mi rostro al suyo – No estoy de humor para tus tontería.
-No son tonterías – susurra con los dientes apretados.
-Chloe no tienes porqué preocuparte – ambas dejamos de mirarnos para observar al chico que hay a nuestro lado. ¿Mea poya? - Yo estaré allí para ayudar.
Mi sonrisa se esfuma en un segundo, y el rostro de mi hermana se ilumina. ¿Cómo puede ser tan...?
-Tú te vas a estar quieto – susurro, dedicándole una intensa mirada, lo que le hace mirarme con el ceño fruncido.
-Si ella no quiere que esté, me iré. Pero no pienso dejarla sola contigo.
-Yo quiero que se quede – susurra feliz Chloe, y aprieto con más fuerza el puño que sostiene el cuello de su camiseta inconscientemente.
-Es mi hermana. - Recalco cada una de las palabras. ¿Acaso ahora este imbécil va a prohibirme estar a solas con mi hermana? - Además, ¿desde cuando eres su protector? Ni siquiera sé quién eres. Esa es mi misión.
-Ella me prefiere a mí.
Mi hermana articula palabras sin sentido al notar como la tensión entre Dareon y yo aumenta peligrosamente. La suelto de la camiseta y doy un paso hacia él, temblando de pies a cabeza.
-¿Pero tú te estás escuchando? ¡Soy su hermana!
-Y una borde, para variar.
-¡Deja de llamarme así!
-Estás loca.
Sin que nadie pueda evitarlo me lanzo hacia la cama de mi hermana. El chico tiene los suficientes reflejos como para esquivarme en el último segundo, rodando por la cama. Lo cojo del brazo, notando un profundo dolor sobre la sien, y el tira de mí intentando huir. En ese momento, aparece una enfurecida enfermera llena de tatuajes al otro lado de la cortina. Me quedo observándola petrificada, con Dareon aún sujeto del brazo.
-¿Por qué siempre tienes que liarla? - susurra mi hermana, mientras pacíficamente se sube a su cama y se arropa como una chica educada.
-Ha sido él – comento sin dejar de mirar a la enfermera a los ojos, y sin soltar al osado.
La enfermera me mira de arriba a abajo y saca un informe de una carpeta marrón.
-Eleanor Stone, supongo.
-Eleanor a secas – la corrijo.
-Veo que estás bastante recuperada. - continúa, ignorando mi comentario.
-En realidad... - cierra de un golpe la carpeta, lo que me hace estremecer.
-¡Fuera! - su potente y decidida voz, acompañada de su brazo señalando hacia la puerta de salida es suficiente para conseguir que libere a Dareon.

-Mira lo que has conseguido – comenta el chico mientras cierran las puertas en nuestras narices.
-Será mejor que te calles si no quieres que te pegue una paliza, imbécil.
-¿Quién te dice que podrías conmigo?
Le lanzo una mirada asesina.
-Me encantaría demostrártelo. - justo antes de que se dé la vuelta, sus labios se elevan en una sonrisa de suficiencia – Te lo digo en serio – lo cojo del brazo con fuerza, haciéndolo girar para enfrentarme cara a cara a él – aléjate de mi hermana.
-Lo que tú digas – responde con sorna, y tira de su brazo para poder marcharse tranquilamente.
Lo observo con atención hasta que la oscuridad del pasillo lo engulle. Tiene un cuerpo delgado, pero sus brazos desnudos no tiene nada que envidiar a los de Pec.

Maldita sea. ¿Qué habrá visto mi hermana en un engreído osado como él?