lunes, 1 de septiembre de 2014

CAPÍTULO SIETE

-No te tengo miedo. A ti no – niego con la cabeza y por primera vez me siento realmente indefensa frente a mi madre.
Estamos en una simulación, estoy segura de ello. Y en ella ha aparecido mi madre, la única persona capaz de intimidarme. ¿Es miedo lo que siento hacia ella? Me niego a creerlo. No. No es miedo. Estoy segura. Si fuera así, no habría desafiado sus normas y su esquema de familia erudita. Si le tuviera miedo, no me hubiera escapado todas las noches desde que tengo doce años.
-Has matado a tu hermana – su voz me hiela la piel. Es fría, toda ella.
-No. No la he matado.
-Morirá por tu culpa. Esos hombres la matarán por tu culpa. – la rabia llena sus ojos.
Pienso en los hombres que la torturaban y cómo hace pocos segundos destrocé el espejo, la única ventana que me permitía ver su rostro. Pero, ¿y si no se refiriera solo a ellos? He leído documentos en la sede de Erudición que hablaban sobre las numerosas muertes en Osadía durante la iniciación. Al parecer, han incrementado la dificultad de las pruebas y los iniciados han comenzado a matarse entre ellos. ¿Se referirá a eso mi madre? Si matan a Chloe durante la iniciación… será culpa mía. Yo la he conducido a este lugar.
-Si no hubieras actuado siempre de hermana protectora podría vivir por sí misma.
Me dejo caer de rodillas contra el frío suelo. Ni siquiera sé dónde estoy. Cierro los ojos y me tapo los oídos con ambas manos, intentando dejar de escuchar a la mujer que hay enfrente de mí. Sin embargo, sus palabras siguen resonando en mi cabeza.
-Ella es fuerte y poderosa, pero tú le has arrebatado su poder. La has eclipsado y le has impedido que muestre cómo es en realidad.
¿Cómo es en realidad? Quiero gritarle que se calle, pero el tormento de los pensamientos me lo impide. Y comienzo a temblar. Esto es más duro de lo que nadie imagina. Todos esos iniciados osados se han entrenado toda su vida para esto, y los iniciados trasladados al menos tienen cualidades para osadía. ¿Qué tiene Chloe? No tienen nada, absolutamente nada. Comienzo a llorar. Tal vez si, como dice mi madre, me hubiera alejado de ella, habría podido elegir libremente su camino.
¿Qué tiene Chloe? Necesito pensar con claridad y salir de esta horrible visión que me atormenta. Necesito dejar de escuchar a mi madre. Necesito dejar de oír que seré la responsable de la muerte de mi hermana. Porque sobrevivirá.
Pero, ¿y si muere?
-No morirá – respondo, aunque mi voz apenas es un murmullo.
¿Qué tiene Chloe?
-Me tiene a mí – sueno fuerte y poderosa al afirmar esto y, al abrir los ojos, descubro aliviada que mi madre no está enfrente de mí.

-Diez miedos, Eleanor. – la voz de Pec resulta cálida y familiar una vez que he superado ese infierno.
Diez miedos. He dejado de contarlos antes de llegar a la mitad de ellos.
Asiento y bajo del sillón, pero Pec tiene que cogerme para que no me caiga de bruces. Las piernas me fallan.
-Aún no – sus brazos musculosos me levantan y me vuelve a colocar sobre el sillón. Noto los latidos de mi corazón en los oídos. – No está mal. Ha sido una media de diez minutos por miedo, lo que hace un total de una hora y cuarenta minutos.
¿Tanto? Noto una ligera presión sobre el pecho. Esta parte de la iniciación es importante y no lo he hecho todo lo bien que esperaba. ¿Por qué Stan no me habló de enfrentarme a mis miedos? Podría haber intentado descubrir la manera de enfrentarme a ellos. ¿O no? Hace dos horas jamás habría pensado que tendría miedo a la sangre o a… a mis momentos íntimos con Stan.
-Ahora bajarás por esa escalera de emergencia junto con Claire. – Pec señala a una estrecha puerta que hay en la pared. Me tiende la mano y la sujeto con fuerza. Esta vez, las piernas no me fallan.
Asiento y me dirijo a la puerta con la otra monitora. Descendemos por unas escaleras a oscuras hasta llegar a un extraño pasillo de paredes grises que me traen el recuerdo de la facción de Abnegación a la cabeza. Claire me conduce por el pasillo hasta llegar a unas gruesas puertas de hierro negro. Me balanceo sobre la punta de los pies, mientras ella las empuja con fuerza para abrirlas. Nos llevan al vestíbulo de suelo acristalado. Bajamos por la trampilla y las escaleras de hierro hasta sumergirnos de nuevo en la extraña oscuridad de la cueva. Mientras camino por los bordes de piedra, noto como la adrenalina corre por mis venas y el corazón me late con fuerza mientras miro hacia el fondo de El Foso. La sensación es increíble. Claire se adentra en uno de los oscuros túneles que hay en la roca y yo la sigo. Sólo hay unas cuantas luces cada cinco metros, que no son suficientes para iluminar el pasillo por completo, y lo que hace que el entorno sea mucho más excitante.
-Te dejo aquí - me susurra Claire. Hemos caminado en silencio, pero no era un silencio incómodo. Apenas he sido consciente de su presencia con tanto por ver y descubrir en este nuevo lugar al que dentro de poco podré llamar hogar - Al final del pasillo hay una habitación: la habitación de los iniciados trasladados. Encontrarás ropa y todo lo que necesites. La cena se servirá en dos horas, en el comedor. Pec o yo vendremos a buscaros. - Y dicho esto, se da la vuelta y deja que la oscuridad la envuelva.
La habitación es enorme, y cuenta con cinco literas. Apenas he terminado de entrar cuando un grito ensordecedor llena la habitación, y un fuerte golpe me hace caer al suelo.
-No pareces tan gallita ahora, ¿verdad?
Noto el sabor a sangre en mi boca. Parpadeo con fuerza para aclarar mi visión, que se ha vuelto borrosa. Estoy tumbada sobre el frío suelo y desde aquí puedo ver a mi hermana, retenida por el chico de Cordialidad, que me mira con una cara llena de preocupación. El siguiente golpe me deja sin respiración. Ha sido justo en el pecho. Es la rabia la que me conduce, la que me permite ponerme en pie. Escupo con fuerza a la cara del chico veraz contra el que me enfrenté en el pasillo, justo antes de entrar en nuestros pasajes del miedo. La cara del chico está algo desfigurada. Ahora que me fijo, casi todos los de la sala parecen estar ausentes. Incluido Royce, que está sentado en una cama, con la cabeza entre las manos. Parece que nadie nos esté mirando a mí o al chico, y doy con la razón inmediatamente: el pasaje del miedo los ha dejado a todos exhaustos y oprimidos. Y puede que esa sea la razón por la que el chico que hay frente a mí, mirándome con una cara llena de odio, haya decidido vaciar sus emociones conmigo. Va a golpearme hasta desahogarse, y pretende que yo lo permita.
Se limpia la sangre de mi labio partido de la cara y su mirada se endurece. Pero no le doy tiempo a que me ataque. Mi puño cerrado acierta en su cara y el chico se tambalea hacia atrás. Repito la acción varias veces, hasta que ya no puede retroceder más y se choca contra la pared. Le cae sangre de la nariz y la boca y comprendo por qué me ha atacado. Yo ahora me siento mucho mejor. He dejado mis miedos atrás. Me dispongo a pegarle de nuevo, pero unos brazos me sujetan y me alejan del chico. Es entonces cuando comienzo a gritar y a patalear en el aire, perdiendo el control.
Quiero pegarle.
Necesito pegarle.
-¡Vas a matarlo!
-¡Suéltame, Royce! - exclamo cuando reconozco la voz del otro chico de mi facción.
En brazos, y conmigo aun forcejeando, me conduce a una habitación paralela y cuando aún no me ha soltado en el suelo, un chorro de agua fría cae sobre mí, empapándonos a ambos. Cierro los ojos, sin dejar de forcejear, para que no me entre agua en los ojos. Unos minutos después me rindo, y Royce me deja en el suelo con delicadeza. El agua helada sigue cayendo sobre mí. Me despeja y me relaja. Abro los ojos un poco, lo suficiente para ver que Royce me tiene atrapada entre sus brazos, apoyados en la pared que tengo justo detrás. Está cerca, demasiado cerca, y me pongo en tensión en cuanto sus ojos se clavan en los míos.
-Aléjate de mí – consigo decir en un susurro, y al fin, todas las emociones del día me golpean, agotándome.
-Necesito saber cómo estás. Te ha dado una fuerte patada en el pecho – el susurro de Royce se convierte en un jadeo cuando ambos notamos que el agua se vuelve más fría. Bajo la mirada hacia mi escotada camiseta de tirantes. Mañana será mejor que me ponga algo que me cubra más, porque seguro que tendré una marca morada.
-Estoy bien – susurro – O al menos ahora que la adrenalina sigue corriendo por mis venas.
Una fugaz sonrisa ilumina su rostro, y sus ojos se entornan. Antes de que su estado de excitación vaya en aumento, me doy la vuelta y cierro el grifo de la ducha. La pared está llena de tuberías y duchas visibles. Le doy un pequeño empujón, suficientemente fuerte como para que se aparte, y salgo de nuevo al dormitorio principal. Busco al chico veraz con la mirada, pero no lo encuentro, así que me dirijo hacia mi hermana, que sigue sentada junto al chico cordial.
-¡Eleanor! - exclama cuando me ve, y avanza hacia mí decidida a abrazarme, aunque se detiene cuando ve que estoy empapada – Hay algo de ropa negra sobre tu cama. Te he cogido la litera de arriba.
Le sonrío complacida y me acerco hacia la litera que me ha dicho. Me cambio de ropa allí, delante del resto de iniciados, sin importarme. Royce sale unos minutos más tarde de la sala de duchas, cuando estoy terminando de vestirme, y me escruta con curiosidad. Yo le fulmino con la mirada y me subo a la litera (la cual no tiene escaleras) para tumbarme sobre la dura almohada.
-¿Qué tal ha ido? - la voz de mi hermana interrumpe mi momento de paz, y yo me giro para ver como apoya la barbilla sobre el incómodo colchón.
-No ha estado mal – me apoyo sobre el codo, decidida a no contarle detalles sobre mi evolución en la iniciación - ¿Y tú?
-Se han sorprendido – dice, encogiéndose de hombros.
Esto me asusta. ¿Sorprendidos? Eso significa que mi hermana ha hecho algo diferente, extraño. Me golpeo con fuerza la frente con la mano.
-Tardaste muy poco – susurro.
-Eso es lo que les sorprendió – mira a un lado y a otro para después añadir, aún más bajo – Mi número de miedos es inferior al normal.
Esto me hace enfadar. Yo tengo diez miedos, algo normal, y mi hermana tiene un número inferior. Genial. Mi hermana superará las expectativas a la hora de la simulación mientras que yo tendré que aguantarme con una nota alta en combate, solamente. Frunzo el ceño y me tumbo boca arriba, decidida a no hablarle hasta que se me pase el enfado. ¿Por qué ha tenido que elegir Osadía.

-¡Eh, despierta! - me sobresalto cuando Chloe me zarandea en el colchón y, al abrir los ojos, descubro que Pec está en la puerta. Me giro para quedarme con las piernas colgando en el aire.
-Bienvenidos al complejo de Osadía, trasladados. Como ya os dije antes, me llamo Pec y seré vuestro monitor. Haréis lo que yo os diga y cuando yo os diga, ¿entendido? - no nos deja tiempo para responder – Ya habéis pasado por vuestro pasaje del miedo y, lo que toca ahora, es prepararos para mejorar. Os levantaréis todas las mañanas a las seis y el que se quede durmiendo que sepa que tendrá un pasito más hacia el sector abandonado. No permitiré que los iniciados a mi cargo peleen fuera de la sala de entrenamientos – al decir esto, le lanza una fugaz mirada al chico veraz, que tiene el labio morado y la nariz cubierta de una extraña sustancia blanca. – Os recomiendo que asistáis a todas las sesiones de entrenamiento – por su noto de voz, no parece una mera recomendación – y tendréis que aprovechar vuestros momentos de descanso. Esto será duro. Por lo demás, creo que lo he dicho todo. Y, ahora, ha llegado la hora de ir a comer.
Esto me alegra. Estoy hambrienta.
Todos lo seguimos, recorriendo el oscuro pasillo que nos ha conducido previamente hasta nuestra habitación. Ahora, todos vestimos de negro, y nos confundimos entre los osados cuando llegamos al Foso. El comedor es una sala enorme, llena de mesas y de osados gritando y haciendo ruido. Todos se van sentando en las mesas, la mayoría de ellos según su antigua facción. Yo sigo a mi hermana y, poco después, se nos unen el cordial y la abnegada.
-Gracias por sujetar antes a mi hermana – le susurro al cordial, Julián, que me dedica una amplia sonrisa de cordial.
Mi hermana no deja de hablar con los dos chicos. Descubro que ha establecido una buena amistad con Julian quien, al igual que ella, no deja de hablar, como todos los cordiales. La chica, Thais, es mucho más reservada, o estirada, según se vea. Yo me mantengo al margen de la conversación y comienzo a darle vueltas a mis miedos. Ahora que pienso en ellos no siento miedo, sino admiración. Recuerdo a mi madre, reprochándome la muerte de Chloe, y tengo que reprimir una carcajada. A menudo me pregunto cómo es posible que alguien sea capaz de herir a mi hermana, la persona más simpática y cariñosa de toda la ciudad.
-¡Eh, erudita! - una fuerte palmada en la espalda me hace ponerme de pie de un salto, dejando de lado mi hamburguesa. Pero no es nadie peligroso, sino Willa y su amiga del tren, Sheyla. - Me han dicho que le has pegado una paliza a Bruce.
Busco por el comedor al chico veraz y cuál es mi sorpresa al descubrir que me mira fijamente. Sonrío con malicia y le saludo con la mano. Con que Bruce...
-Eres dura de pelar – Sheyla, una impresionante rubia de ojos verdes apoya su hombro sobre el mío – Pero ten cuidado ahora. Bruce tiene amistades en Osadía. ¿Ves a Estella, la que hay sentada a su lado? - distingo a la chica osada que entró primero en la sala del pasaje del miedo, la que intentó pegarme junto a Bruce en el pasillo – Es su prima. Y Brand, el moreno de pelo largo que hay sentado junto a ella – ahí está el segundo osado del pasillo – es la inseparable mano derecha de ésta. Bruce es un imbécil, pero Estella es peligrosa. No la subestimes.
-¿Por qué me contáis esto? - pregunto sin apartar la vista de Estella, la chica del pelo tintado – Se supone que somos contrincantes en esta iniciación.
-Bueno, sí... - Willa me sonríe de forma cómplice – Pero a partir de la segunda mitad de la primera fase. Y contigo podemos hacer una excepción. No soportamos a Estella. Oye, ¿quieres sentarte con nosotros? - señala hacia una mesa en la que hay dos osados sentados, el segundo saltador y Conor, el chico del tren.
Ahora es el momento de elegir entre mi propia iniciación, con la que he soñado siempre, y disfrutar de ella; o pensar en la chica que hay sentada a mi lado y me observa embobada.
-Lo siento, me sentaré con mi hermana. Tal vez otro día. - Willa pone cara de frustración y Sheyla se encoge de hombros.
-Entonces, ya nos veremos. - asiento y me despido de ellas antes de volver a sentarme y maldecir mi suerte.

Por la noche, descubro que la cama de Bruce está enfrente de nuestra litera. No me da miedo, pero tampoco me hace gracia que un chico que no dudaría en matarme esté tan cerca de mí mientras duermo. Así que busco a Royce con la mirada, cuya cama está más cerca de lo que me gustaría,
-¡Eh, Royce!- lo llamo, y todos guardan silencio para escucharme - ¿También me detendrás si esta noche le pego una paliza a otro iniciado? - pone los ojos en blanco y se tumba dándome la espalda, así que puedo sonreír divertida – Ten cuidado – me giro para clavar los ojos en Bruce, que me mira atónito – o pasarás el resto de las noches despierto.
Ignora mi amenaza, o al menos finge hacerlo.
-Deja de jugar con fuego, Eleanor – la cabeza de mi hermana vuelve a aparecer por el borde del colchón.
-Tú tampoco deberías haber jugado con fuego esta mañana – le susurro, y me tumbo boca abajo para ignorarla, porque sigo cabreada con ella, y más ahora que he recordado el momento en el que dejó que su sangre cayera sobre las brasas.
Ojalá no hubiera escogido Osadía.
Tal y como me temía, a pesar de mi agotamiento, no duermo. No dejo de dar vueltas en la cama y lanzar miradas furtivas a la litera que hay frente a la mía, donde Bruce duerme perfectamente, como puedo comprobar gracias a sus ronquidos. También oigo como uno de los iniciados que hay al fondo de la sala no deja de moverse y susurrar cosas incoherentes, producto de una pesadilla. ¿Estará soñando con aquello que lo ha atormentado en su pasaje del miedo? No sería de extrañar.

Horas más tarde, las luces de la sala se encienden. Cierro los ojos para no deslumbrarme al mismo tiempo que la sala se llena de maldiciones del resto de iniciados. Cojo ropa limpia del cajón metálico que hay a los pies de la litera y entro en las duchas, donde disfruto del agua fría. Cuando salgo, he sido la primera en terminar, por lo que me visto con calma y me marcho al comedor, donde unos minutos más tarde entra mi hermana con su nueva pareja de amigos. Me enfurece verla con el cordial y la abnegada, lo que solo hace que llame aún más la atención. Cuando terminamos de desayunar, Pec nos llama y nos reunimos en la entrada del comedor, en el Foso. Nos conduce por el borde hasta que llegamos a un túnel con una gran apertura en la roca que da lugar a una habitación inmensa. En la pared que hay frente a nosotros hay numerosas dianas y varias mesas con cuchillos y pistolas. A la derecha hay sacos para golpear. También hay un círculo en el centro de la sala, pintado sobre el suelo. Al verlo se me eriza la piel: ahí me sentiré poderosa.
-Hoy empezaremos con la lucha cuerpo a cuerpo – anuncia Pec cuando hemos entrado todos en el gran espacio – y mañana pasaremos a puntería. Así que, elegid cada uno un saco al que golpearle.
-¿Sólo eso? – susurra mi hermana a mi lado, a quien no le he dirigido la palabra en toda la mañana.
Sonrío con malicia y comienzo a caminar hacia los sacos.
-Esto es tan solo el entrenamiento, Chloe.

Y en cuanto lo digo aparece una enorme duda en mi cabeza: ¿cómo voy a conseguir que mi hermana venza en una lucha cuerpo a cuerpo? Peor aún. ¿Cómo voy a conseguir que mi hermana luche siquiera?